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Archivo mensual: julio 2015

Despierta

Mi vecino da clases de canto. Todos los días, desde tempranito, escucho las vocalizaciones de sus alumnos. Algunos son afinados, otros… para nada. El ruido es tan constante que a veces ya no me percato de él. Pero otras veces, mientras preparo de comer (la cocina es donde más se oye) ya no puedo más: prendo mi bocina, elijo alguna canción de mi iPod y subo el volumen.

El otro día, esa canción fue «Wake Up» de Arcade Fire. La he escuchado cientos de veces y por eso, no siempre estoy atenta a la letra. Pero esta vez, me emocioné tanto que abandoné los alimentos a medio preparar, aventé los zapatos a un lado y me puse a bailar, con la libertad que uno sólo tiene cuando está solo.

A veces, una canción conocida adquiere un nuevo significado. Esta vez, mientras Win Butler cantaba «our bodies get bigger but our hearts get torn up», pensaba en la primera vez que me rompieron el corazón y cómo levanté murallas para que no volviera a suceder. En cómo quisiera que nadie lastime nunca a mi hija, pero que eso es inevitable. En cómo deseo que, aunque va a crecer y a veces el proceso duele, su corazón jamás se vuelva frío, porque en este mundo necesitamos más gente que lleve el fuego (una imagen de esperanza que tengo grabada desde que leí The Road de Cormac McCarthy).

Terminó la canción y continuaba la clase de canto. Pero francamente, me sentía tan llena de energía que me importó poco. Me puse los zapatos y seguí cocinando, mientras tarareaba, ansiosa de recoger a Vale en la escuela y decirle que la quiero.

De lugares favoritos y palíndromos

Creo que nada se compara con la sensación de mostrarle a un hijo tus cosas favoritas. Contarle el cuento que más te gustaba en la infancia, darle a probar tu postre consentido o llevarlo a un lugar que te fascina… Compartir algo especial con la persona más especial (sí, soy cursi ¿y qué?).

El viernes llevamos a Vale a la Cineteca por primera vez. Éste es uno de mis sitios favoritos de la ciudad: es el cine más bonito, tiene la mejor cartelera, es más barato, sus palomitas son ricas (y nunca están chiclosas, como suele pasar en las salas comerciales) y además, ahí fue mi primera cita con el ofta (o sea que tiene un lugar fijo en mi corazón). Había estado esperando el momento para llevar a Vale, pero últimamente no habían exhibido películas para niños. Hasta que hace un par de semanas, apareció Anina, una película uruguaya adorable.

Anina Yatay Salas es una niña pequeña a quien molestan en la escuela por su nombre, que es un triple palíndromo. Por culpa del recreo, acaba metida en un «lío de novela». La animación es preciosa, los personajes son divertidos y la historia es muy linda.

Creo que a Vale le gustó la Cineteca (y también Anina), pero a mí me gustó más estar ahí con ella.

¿Qué pasó, Miss Simone?

Lo postergué durante muchos años, pero finalmente tuve que hacerlo: el jueves me sacaron dos muelas del juicio. La doctora ordenó reposo absoluto por 72 horas, lo cual me dejó con dos actividades para entretenerme: leer y ver películas. Los personajes creados por Jonathan Safran Foer en Everything is Illuminated me hicieron compañía a ratos. El resto fueron horas-Netflix.

Mi descubrimiento favorito fue el documental What Happened, Miss Simone? Hace tiempo que estoy enamorada de la voz de Nina Simone y al escuchar la profundidad de ésta, me imaginaba que su vida no había sido fácil. Pero creo que apenas vislumbraba las dificultades tras bambalinas: su carácter irascible, el matrimonio tambaleante, la relación complicada con su hija y los rechazos debido al color de su piel. Su sueño era tocar Bach, pero no fue admitida en la escuela de música clásica, a pesar de su innegable talento.

Luchó con todo el corazón por los derechos civiles de los afroamericanos, sin importar el precio que tuviera que pagar. Y con el alma en la garganta, rogaba que los demás entendieran: sus intenciones eran buenas. «Oh lord, please don’t let me be misunderstood».

Una chica va a la Cineteca sola de noche

A veces hace falta una cita con uno mismo. Un rato para escucharse, pasearse, complacerse y sí, ser un poco egoísta. Porque si no estamos a gusto en nuestra propia compañía, algo anda mal.

Ayer se alinearon los astros y me llevaron a la Cineteca. Compré un boleto para Una chica regresa a casa sola de noche y unas palomitas chicas. La pantalla se iluminó y durante un par de horas, me acompañaron una vampiresa, Drácula, un proxeneta, una prostituta y un junkie. Lo sé, lo sé, suena bastante sórdido. Y sí hay sustos y violencia y drogas y algo de sangre. Pero también hay más: una justiciera, buena música, fotografía hermosa y una historia de amor. Una película de vampiros con su lado humano, pues. Ana Lily Amirpour, la mujer iraní que dirige esta joya, definitivamente promete.

Y al final de una buena cita, pensé: «La pasé bien contigo. Deberíamos volverlo a hacer.»